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Capítulo 3 Revelaciones

  El murmullo de los estudiantes llenaba el vasto auditorio de la Academia Arkanum. Con techos altos y paredes adornadas con estandartes y símbolos ancestrales, el lugar imponía respeto desde el primer vistazo. La expectativa flotaba en el ambiente, mientras los alumnos de primer a?o susurraban entre sí, ansiosos por lo que estaba por venir. Algunos miraban con admiración el escenario principal, donde se alzaba un podio flanqueado por dos banderas doradas.

  De pronto, una voz profunda y resonante atravesó el bullicio.

  —Muy buenos días a todos.

  El silencio se impuso al instante. La figura imponente del director subió al podio con paso firme. Era un hombre alto, de complexión robusta y cabello casta?o oscuro. Su sola presencia bastaba para imponer respeto. Con una mirada intensa, barrió el auditorio antes de continuar.

  —Mi nombre es Tenioenai Osuushi, y soy el director de esta academia —declaró con solemnidad—. Primeramente, me complace darles la bienvenida a los nuevos estudiantes de primer a?o.

  Una oleada de aplausos estalló entre los presentes, resonando contra las paredes. Desde las gradas, Sukasa y Hino observaban atentas, con los ojos brillando de emoción y curiosidad.

  —Sé que el camino para llegar aquí no fue sencillo —continuó el director, su voz grave pero serena—, pero les aseguro que esta academia forjará en ustedes a los mejores soldados que este país haya conocido.

  Los aplausos volvieron a estallar, más intensos. La emoción crecía como una ola que iba envolviendo a todos los presentes.

  El director alzó una mano para que el silencio regresara, y su voz adoptó un tono aún más solemne.

  —Ahora, tengo el honor de presentarles a uno de nuestros mejores estudiantes. En sus tres a?os en la academia ha demostrado fuerza, disciplina y liderazgo. él es… ?Igurū Shirokuma, uno de los Reyes de Arkanum!

  Nuevos aplausos retumbaron por el auditorio. Sin embargo, entre la multitud, Hino frunció el ce?o con atención.

  —?Habló en plural? —susurró, intrigada.

  Sukasa se encogió de hombros, aunque también notó el detalle.

  —Quizá se emocionó y dijo de más.

  Sobre el escenario, Igurū subió al podio con su andar sereno y su típica expresión impasible. Su mirada afilada recorrió el lugar antes de hablar.

  —Buenos días a todos.

  El auditorio contuvo el aliento. La autoridad en su voz era natural, sin esfuerzo.

  —Quiero darles la bienvenida a los alumnos de primer a?o. Si están aquí, es por su propio mérito. A partir de ma?ana comenzará una nueva etapa en su formación. La fuerza es importante, sí... pero la capacidad de superarse es lo que realmente los convertirá en los mejores.

  Los aplausos estallaron con fuerza. Algunos incluso se pusieron de pie para ovacionarlo.

  —Además —continuó Igurū—, la inscripción para la elección de nuevos Centinelas está abierta. Aquellos que deseen colaborar con el orden y la seguridad dentro de la academia, no duden en presentarse. Muchas gracias.

  Un murmullo se propagó rápidamente por las gradas.

  —Este a?o seguro me eligen —dijo un estudiante con emoción—. Solo los mejores llegan a ser Centinelas.

  Cerca del escenario, Kuro se inclinó hacia Igurū con una sonrisa ladina.

  —Lo hiciste genial.

  Remy asintió con una expresión serena, su cabello púrpura brillando bajo la luz del techo.

  —Fue un gran discurso.

  Igurū dejó escapar una peque?a sonrisa, algo poco común en él.

  —Gracias. La verdad... estaba un poco nervioso.

  Kuro soltó una carcajada, aunque intentó contenerla.

  —??Nervioso!? ?Por favor! Con esa cara de hielo que cargas, nadie lo notaría jamás...

  Pero justo entonces, la voz del director retumbó de nuevo, fuerte como un trueno.

  —Y ahora… el siguiente en dar su discurso también es uno de nuestros mejores estudiantes... ?el segundo Rey de Arkanum… Kuro Akemi!

  Un silencio espeso se apoderó del auditorio… justo antes de que los murmullos estallaran como un enjambre.

  —?Segundo Rey? ?Entonces hay dos Reyes en Arkanum?

  Desde las gradas, Sukasa abrió la boca sin poder articular palabra.

  —?Acaba de decir “segundo Rey”…?

  Hino asintió lentamente, con los ojos entrecerrados de pura intriga.

  —Por eso habló en plural cuando presentó a Igurū…

  Sobre el escenario, la sonrisa de Kuro se congeló de golpe.

  —?Dijo… mi nombre? —susurró, palideciendo.

  Igurū apenas pudo reprimir una carcajada. Su expresión seguía serena, pero sus ojos brillaban con diversión.

  —Era de esperarse. Como uno de los Reyes de Arkanum, también te toca dar un discurso.

  Kuro lo miró como si acabara ser apu?alado por la espalda.

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  —??Me trajiste aquí sabiendo esto, idiota?!

  Igurū se sacudió una arruga imaginaria del uniforme, completamente imperturbable.

  —Oye, no arrugues mi ropa. Es mía… te la presté, ?recuerdas?

  Kuro estaba al borde del pánico. Las manos le temblaban, el sudor comenzaba a brotarle de la frente.

  —??Qué hago?! ?No preparé nada! ?Ni una palabra!

  Igurū le dio una palmada tranquilizadora en el hombro. Su voz, como siempre, cargada de calma… y sarcasmo.

  —Solo sé tú mismo.

  —?Ese es el maldito problema! Si soy yo mismo, ?voy a arruinarlo todo!

  Con pasos vacilantes, Kuro avanzó hacia el podio. Cada paso era una condena. El murmullo de los estudiantes se fue apagando hasta que solo quedó un silencio tenso, expectante.

  —Ya no puedo escapar… —pensó, tragando saliva con fuerza—. Solo queda enfrentar esto. No tartamudees… no tartamudees…

  Se aclaró la garganta. Su voz salió temblorosa.

  —Mu… muy buenos días a todos. Me… me llamo Kuro Akemi… y soy uno de los Reyes de Arkanum…

  El silencio fue brutal. No incómodo… letal.

  Desde las gradas, los ojos de Sukasa se agrandaron.

  —?Espera… lo conozco! —un escalofrío le recorrió la espalda al recordar la escena de esta ma?ana—. ?Es el pervertido que salió volando por la ventana!

  Hino, al notar su reacción, la miró de reojo.

  —?Te pasa algo?

  Sukasa intentó disimular con una risa nerviosa.

  —?Eh? ?No, no! Todo bien… ?Todo perfecto! ?Jajaja!

  Pero Hino no era ingenua. Entrecerró los ojos con sospecha.

  —Es obvio que oculta algo… —pensó, volviendo la mirada hacia el escenario—. ??Qué diablos?! ?Es el mismo chico! ?El que salió disparado por la ventana! Si ese tipo es uno de los Reyes… Sukasa podría estar en problemas.

  En el podio, Kuro sentía que el sudor le empapaba la espalda. Cada mirada sobre él le pesaba como una tonelada.

  —Y… me siento honrado de estar aquí con todos ustedes… —dijo, forzando una sonrisa—. También quiero darles la bienvenida y pedirles que… que se esfuercen mucho…

  Silencio.

  Uno tan profundo que el eco de su voz rebotó entre las paredes como una burla.

  —Bueno… eso sería todo. Muchas gracias.

  Hizo una reverencia torpe, casi tropezando al bajarse del escenario. Caminó rápido, con la cabeza gacha. Los aplausos que siguieron fueron tímidos, corteses. Nada que ver con la ovación de Igurū.

  En las gradas, los estudiantes susurraban entre sí, especialmente los de primer a?o.

  —Se notaba que fue improvisado, pero… los de cursos mayores le tienen respeto.

  —Sí… tiene presencia, aunque no lo parezca.

  Kuro se dejó caer en su asiento como si acabara de sobrevivir a una guerra. Se cubrió el rostro con ambas manos.

  —Quiero morirme… —murmuró.

  Igurū le dio una palmada en la espalda, con la misma calma de siempre.

  —Lo hiciste mejor de lo que esperaba.

  Kuro lo fulminó con la mirada.

  —Cállate. Todo esto es tu culpa. Me arrastraste aquí como si nada…

  Igurū se encogió de hombros, indiferente.

  —Tranquilo. Al menos no te abuchearon. Aunque sí quedó claro que improvisaste.

  Kuro soltó un suspiro tan largo que casi se desmayó.

  —Por favor… que alguien me saque de este planeta…

  Antes de que Kuro pudiera seguir revolcándose en su miseria, la voz del director volvió a imponerse con autoridad, acallando de inmediato los murmullos del auditorio.

  —Aprovecho para informarles que la academia ha iniciado un nuevo programa —anunció Osuushi, con tono firme—. A partir de ma?ana, todos los estudiantes deberán permanecer dentro de la institución durante todo el ciclo escolar. No se permitirá salir del recinto, salvo en situaciones de emergencia.

  Un murmullo inquieto recorrió el lugar como una ola que nadie pudo contener.

  —?De qué está hablando?

  —?No podremos salir en ningún momento?

  —?Eso es ridículo!

  Kuro frunció el ce?o y giró hacia Igurū con sospecha.

  —?Sabías algo de esto?

  Igurū asintió lentamente, sin apartar la vista del podio.

  —Se escuchaban rumores… Han habido avistamientos de Akumas en la zona. Y también… demonios.

  La palabra resonó con fuerza, tensando el ambiente. El murmullo se transformó en un silencio expectante.

  Remy, sentada a su lado, intervino con voz seria:

  —Eso explica todo. El programa es para protegernos… especialmente a los de primer a?o.

  Kuro cruzó los brazos, pensativo.

  —Tiene sentido. Muchos aún no están listos para enfrentarse a un Akuma.

  Pero Igurū no se relajó.

  —Aun así… me pregunto en qué consistirá exactamente este "nuevo programa".

  Como si el director leyera sus pensamientos, continuó sin demora:

  —Para garantizar su seguridad, la academia ha habilitado dormitorios donde residirán a partir de ma?ana. Han sido asignados por parejas, escogidas al azar. Podrían compartir habitación con alguien de otro grado. Les pedimos que cooperen y mantengan la armonía. Los Centinelas estarán vigilando para mantener el orden. Recibirán la información de sus habitaciones en sus correos institucionales. Muchas gracias.

  Apenas terminó la frase, cientos de teléfonos comenzaron a vibrar al mismo tiempo. El auditorio se llenó de reacciones al instante.

  —?Espero que nos haya tocado juntos!

  —?Aleatorio? ?Y si me toca con una chica?

  —Lo dudo… deben tener eso en cuenta, ?no?

  —Ojalá me toque con Igurū…

  Igurū sacó su teléfono con tranquilidad y revisó su mensaje.

  —Entonces será aleatorio… era de esperarse.

  Remy, que parecía algo nerviosa, preguntó en voz baja:

  —?En qué habitación te tocó Igurū?

  Igurū revisó su mensaje.

  —Habitación número 20. No menciona quién será mi compa?ero. ?Y tú?

  Remy suspiró.

  —Número 19…

  Igurū sonrió levemente.

  —Seremos vecinos, al parecer.

  Kuro estalló en una carcajada al ver su propio mensaje.

  —?JA! ?Miren esto! A mí me tocó la 21. ?Eso es destino, se?ores!

  Igurū lo miró sin inmutarse.

  —No lo llamaría “destino”. Es más lógico pensar que colocaron a los Reyes, la Reina y los Jotas en la misma área. Así pueden reaccionar rápido si ocurre algo.

  Remy asintió con expresión seria.

  —Tiene sentido. Facilita la coordinación… aunque contigo siempre es complicado —dijo, mirando a Kuro—. Casi nunca tienes el celular encendido.

  Kuro rió, rascándose la nuca con torpeza.

  —Heh… sí, se me olvida cargarlo a veces… jejeje…

  Pero en el fondo, su mente ya iba por otro camino.

  —“?Quién será mi compa?ero de habitación…?”

  Al otro lado del auditorio, Sukasa también miraba su celular con curiosidad.

  —“Espero que sea alguien tranquila…” —pensó mientras abría el mensaje.

  A su lado, Hino la observaba con entusiasmo.

  —?Oye, Sukasa! ?En qué habitación te tocó?

  Sukasa frunció el ce?o, leyendo con lentitud. Luego, con una mezcla de sorpresa y resignación, murmuró:

  —Habitación número 21…

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