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El dia que todo cambio

  A las 3:30 p.m., treinta minutos antes del caos que se esperaba ocurriera, dos alumnos de la Academia Von Blumen para Se?oritas de Leipzig permanecen de pie frente al enorme escritor de la directora. Un peso silencioso reinaba en la oficina, apenas roto por el lento tic-tac del reloj y el crucero de la silla de cuero en la que la mujer de mirada corta las observaba.

  Johanne Sorensen17 A?os, mantenía la postura recta y la mirada firme. Su cabello rubio, algo desordenado, caía hasta su espalda; sus ojos azul claro no se apartaban ni un segundo de la figura imponente que tenían enfrente. Alta, atlética por costumbre más que por estética, su presencia contrastaba con la rigidez académica del lugar. No tenía padres ricos ni conexiones importantes. Era una alumna becada, huérfana, transferida desde Dinamarca por sus resultados académicos sobresalientes.

  


  A su lado, con una expresión más contenida pero igual de tensión, estaba Mia Weber de 16 a?os. Su cabello negro lacio le enmarcaba el rostro suave, y sus ojos casta?o claro se mantienean bajos, como si intentara esquivar el momento. A diferencia de Johanne, Mia venía de una familia rica, aunque emocional distante. Sus padres rara vez estaban presentes y su hermano vivía en el extranjero. Siempre había sido ejemplar en lo académico y disciplinada... hasta ahora.

  


  Director (mirando con desdén, entrelazando los dedos sobre el escritor): ?Ustedes entienden la tumba de sus acciones? Se?orita Sorensen, ?cree que esta academia es un escenario para sus peque?as aventuras?

  Johanne (sin pesta?ear, conteniendo el fastidio): No fue una aventura. Solo fui al vestuario por algo que olvido.

  Director (alzando una ceja, con tono seco): Vive en los dormitorios. ?Y qué iba a olvidar una como usted? ?La ropa prestada de segunda mano? ?El único par de zapatos decente que tiene?

  (Johanne aprieta los labios, respirando lentamente por la nariz.)

  Director (reclina levemente el cuerpo hacia adelante, fría): ?Pretende que le crea esa excusa tan pobre? Esta institución no es una finca ni un granero. No está aquí para correr como una campesina sin modales, aunque su aspecto lo sugiera.

  Director (girando la vista hacia Mia): Y usted, se?orita Weber... sinceramente, esperaba más. Con todos los recursos que tienen a su disposición, con unos padres que la han llenado de todo , excepto atención, claro está. ?Esto es lo que hace con su privilegio? ?Jugar a ser rebelde con una chica sin apelido ni educación social?

  Mia (mirando al suelo, pero con firma): No fue culpa de Johanne. Yo decidí acompa?arla.

  Director (sonriendo con ironía): Que conmovedor. La ni?a rica solitaria defendiendo a la becada huérfana. Qué bonito cuento... aunque indigno para esta institución.

  Johanne (dando un paso al frente, aguantando la voz): Ya basta.

  Director (alzando la voz con frialdad): ?Basta? ?Lo que baja es su actitud insolente! Las dos irán al jardín trasero a arrancar las malezas. No se mueve de ahí hasta que todo esté limpio. Y sí, yo misma las superior. Ahora... fuera de mi vista.

  Ambas salierón de la oficina sin decidir palabra. El pasillo estaba en silencio. Los pasos de las chicas resonaban con eco. Ya en el jardín,

  Johanne rompió la tensión.

  Johanne (mirando al suelo, con voz baja): No tenías que defenderme. Podías haber dicho que no sabías nada.

  Mia (mirándola con seguridad): Y dejar que te aplastara sola... ?por qué haría eso?

  Johanne (encogiéndoe de hombres): Porque no lo necesita. Porque tú no eres como yo.

  Mia (sonriendo ligeramente): Exactamente. No soya como tú. Pero me gustaría serlo.

  Johanne (frunciendo el ce?o, sorprendida): ?Qué?

  Mia (mirando al horizonte): Nunca hace nada que no estuviera planeado. Todo en mi vida ha sido perfecto, y aún así... Entonces apareces tú. Caótica, directa y viva como yo siempre he dormido ser.

  Johanne (bajando la mirada): No creo que eso sea bueno.

  Mia (tomando su mano): Es lo mejor que me ha pasado desde que llegué aquí.

  Johanne (apretando su mano con fuerza): Si tú lo eres para mí... entonces lo soy para ti.

  La sonrisa de Mia fue sincera, limpia y encantadora, transmitiendo una cantidad desboradante de sentimientos hacia su nueva hermana.

  


  Por un momento, el castigo ya no importaba. arracar las hierbas no parecia algo tan malo si estaba al lado de Johanne.

  Cuando de repente el suelo vibró como si algo se retorciera en las profundidades del planeta. Las ventanas del edificio estallaron. Una columna del ala este se vino abajo en la estancia de segundos.

  Mia (gritando, asustada): ??Qué... qué está pasando?!

  Johanne (tomando su mano): ?Corre!

  Ambas se pusieron de pie de inmediato. Estudiantes gritaban, los árboles se inclinaban como si el viento tuviera rabia. Un estruendo más fuerte que cualquier verdadero sacudió el cielo.

  Entonces, Johanne sintió una punzada en el pecado. Una vibración suave que se extiende por sus extremidades. Al bajar la mirada, vio cómo una delgada estela de luz blanca comenzaba a envolverla. No dolía. No ardía. Solo palpitaba dentro de ella.

  Mia (mirándola con asombro): ?Johanne! ?Estás envuelta en luz!

  Johanne (confundida): No lo entiendo...

  Un fragmento del techo del pabellón sur cayó como un meteorito, directo hacia Mia.

  Johanne (gritando): ?NO!

  Johanne se lanza. Su cuerpo reaccionó antes que su mente. La envolvía en un abrazo y extensión el brazo hacia el bloque. En ese instante, una explosión de luz rodeó su mano. El concreto se desintegró a centímetros de ellas, hecho polvo en el aire.

  Quedaron en el suelo. Tosieron por el polvo, atónitas.

  Mia (mirándola con ojos brillantes): ?Está bien? ?Qué fue eso? ?Tú lo hiciste?

  Johanne (sorprendida): No lo sé... sentí algo dentro de mí. Como si algo despertara.

  Mia (tomando su mano): Vi cómo brillantes. No fue normal. Fue... increíble.

  Johanne (temblando ligeramente): Me da miedo. No sé si va a pasar otra vez...o si puede controlarlo.

  Mia (apretando su mano): No importa. Lo que sea... lo enfrentaremos juntas. No está sola, ?ok?

  Johanne (asintiendo): Ok. Pero tenemos que irnos ya. Este se está viniendo abajo.

  Se pusieron de pie y comenzaron a correr. Los edificios crujían como cartón mojado. El cielo se llenó de una nube densa y amarilla. Grietas se abre en el suelo como bocas hambrientas. En la distancia, una figura giganteca cruzaba entre las sombras: algo imposible. Algo que no debe existir.

  Mia (se?alando con el dedo, aterrada): ??Eso era... una criatura?!

  Johanne (mirando fijamente): No lo sé. Pero si lo era no quiero saber qué más hay allá afuera.

  Mia (se?alando hacia el bosque): ?Mira! ?El bosque! ?Allí! Tal vez podamos escondernos ahí.

  Johanne (asintiendo): ?Vamos!

  Se tomaron de la mano y corrieron entre hombres, humor y polvo. El corazón de ambas latia con fuerza. No sabían si era por miedo o por algo más.

  Mia (mirándola mujeres corren): ?crees que esto tiene que ver contigo? ?Con tu luz?

  Johanne (respirando agitado): No lo sé. Pero si lo es, ?por qué ahora?

  Mia (con determinación): No lo sé, pero no está sola. Eso es lo único que importa.

  Se internaron en el bosque, dejando atrás el rugido del derrumbe, los gritos de estudiantes y el crucero final de lo que una vez fue la academia.

  Y mientras la ciudad entera pareja bajo el peso de algo más grande que un desastre natural, Johanne sentía que algo dentro de ella acababa de despertar.

  Johanne (mirando al horizonte): Sea lo que sea que este pasando, voy a descubrirlo.

  Mia (tomando su mano): Y yo voy a estar contigo.

  Y así, entre árboles oscuros y un cielo cubierto de ceniza, comienza su verdadero primer día juntas como hermanas.

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