"Una leyenda... que se ha contado durante generaciones. Hoy será transmitida a ustedes, nuevos miembros de Descendientes del Alba.

  Hace milenios, cuando la tierra no existía, nacieron dos seres celestiales. El primero, Lumina, creó la luz con su presencia. El segundo, Darknia, oscureció el mundo al contraponerse.

  Ambos formaron la tierra, el sol y la luna. Pero el planeta estaba muerto. No había nada.

  Por reflejo, ambos trataron de llenarla de vida. Un día lograron algo imprevisto. El agua, la electricidad, y la naturaleza surgieron.

  Quien gobernaba sobre estas fuerzas fue un guerrero muy hábil. Su nombre era Aquavulsyl; a su vez nacieron otros tres dioses: Zarok, que creó el fuego, Gea, se?ora de las rocas, y el soberano del viento, cuyo nombre fue olvidado.

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  Las formas de vida empezaron a surgir y se observaba una evolución. Con el tiempo nació la humanidad, la última creación de los dioses primigenios.

  Pero algo ocurría. La diosa de la luz se percató de que sus parientes querían corromper a los hombres al otorgarles un poder inmensurable.

  Poco a poco la tensión creció entre todos, hasta que se cansó. Decidió que solo ella era capaz de guiar a la humanidad por el camino del bien.

  Se alzó en armas contra los suyos. En los cielos se desató una guerra intensa.

  Todos salieron muy heridos. Aquavulsyl fue dividido en tres entes. Aquel que dominaba sobre el viento murió y el poder de todos fue sellado en los núcleos elementales.

  Todo terminó cuando la portadora de la luz, con mucho dolor, expulsó a los suyos fuera del planeta, para evitar que nuestra raza se descarriara.

  Con el tiempo Lumina falleció. Pero su poder se heredó por generaciones hasta nuestros días. Donde su brillo perdura como la luz del sol."

  El video terminaría de reproducirse mientras el líder de los Descendientes del Alba hacía una reverencia, con una mirada fría.

  Todos aplaudieron, excepto dos muchachos de pelo blanco.

  —Hermanita... ?crees que nos irá bien? —

  —Mi ni?o... no te preocupes, yo me encargaré. —