El Se?or Furfurius estaba a punto de clavar sus afilados colmillitos en la delicada, deliciosa y, según él, perfectamente marinada piel de Aric (con aroma a perfume barato y desesperación), cuando de pronto...
?PLOP!
Los tentáculos se replegaron con un sonido viscoso y ofensivo, como si alguien hubiera succionado un fideo en cámara lenta y con rencor.
La mandíbula, que hasta hace segundos parecía una pesadilla biomecánica salida del fanfic más oscuro de Lovecraft, se cerró con un delicado pop, como si hubiera sido un simple bostezo.
Y así su boca volvió a su tama?o original, peque?o, adorable y ridículamente esférico. El pelaje del Se?or Furfurius se esponjó como un soufflé recién salido del horno, y sus ojos dejaron de ser dos pozos sin fondo del horror cósmico para volver a parecer bolitas de dulce inocencia.
Y Aric...
Cayó al suelo con la dignidad de una croqueta mal frita. Se quedó ahí, tendido boca arriba, viendo el cielo (o el muro, o lo que fuera ese borrón blanco giratorio), jadeando, tembloroso, y con los pantalones ligeramente mojados. (Del sudor. ?O no?)
— ?Qué... qué... qué acaba de pasar...? ?Estoy... vivo? —susurró, temiendo que al hablar, el universo se dé cuenta de su error y corrija el curso.
Una parte de él analizaba como sobrevivió. La otra parte gritaba internamente con la voz de una cabra poseída:
??CORRE, IDIOTA, CORREEEE!?
El Sistema, desde su butaca mental de terciopelo rojo, bufó mientras agitaba su copa de vino inexistente.
[Has sobrevivido a la prueba, oh indigno protagonista de esta novela.]
—?QUé PRUEBA? ?ESO NO FUE UNA PRUEBA, FUE UN INTENTO DE HOMICIDIO EN PRIMER GRADO!
[Meh. Detalles.]
Aric se preguntó si su patética súplica había funcionado. Tal vez era eso. ?Había alcanzado el tono perfecto de desesperación aguda? ?Acaso el mo?o rosa tenía sensores auditivos calibrados a los decibelios de la humillación pura?
—?Fue la entonación? ?Era eso? ?Todo este tiempo... he estado suplicando en la frecuencia equivocada...?
[No, idiota. Creo que desactivo su Modo Pesadilla Satánica Nivel Cuatro.]
—??Tenía MODOS?! —gritó Aric, aún en el suelo, sin dignidad ni sentido de la orientación.
[Claro. También tiene Modo Asesino Silencioso, Modo Camuflaje Bebé y Modo Fiesta Quincea?era.]
—??QUé DEMONIOS ES ESA COSA!?
[Un Pomerania Furtivus Abissalis Ancestralis del Velo Carmesí del Noveno Infierno, ya te lo dije. Lee el capitulo 33.]
Aric e incorporó con el impulso de una ardilla que ha visto a la muerte. O lo intentó. En realidad solo logró caerse de culo con un sonoro "?POM!", como si Dios mismo le hubiera dicho “siéntate, mijo, aún no te toca”.
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Retrocedió como una cucaracha en la madrugada, usando manos y pies, arrastrando su trasero con tanto frenesí que parecía estar lustrando el suelo con desesperación. Mientras que mantenía la mirada en la bola peluda y asesina, que ahora se limitaba a lamerse una pata como si nada hubiera pasado.
?Psicópata disfrazado de peluche.?
El pomerania lo miró.
Tranquilo.
Sereno.
Con ese mo?ito rosa ondeando con la brisa inexistente de la maldad.
Aric tragó saliva. Luego tragó más saliva. Luego se atragantó con la saliva que había tragado antes.
Fue entonces cuando los escuchó: pasos.
Un "squish squish squish" suave, pero inminente.
—?Eh?
Giró su cabeza y sus ojos se toparon con la visión más contradictoria y perturbadora que su maltrecho cerebro podía procesar.
La peque?a pelirroja apareció desde el interior de la mansión, caminando como quien acaba de salir de un sue?o profundo.
Tenía cara de sue?o, el cabello revuelto, un hilo de baba gloriosa y cristalizada en la comisura de la boca, y vestía un pijama rojo con estampados de pomeranias haciendo cosas adorables como bailar ballet, leer libros y dominar imperios con su mirada.
Sus pantuflas eran... indescriptibles, hacían squish squish al caminar y tenían forma de carita de pomerania.
Aric sintió un escalofrío en la nuca.
—No puede ser… —susurró, pasmado—. Esta mocosa tiene una obsesión muy insana con los pomeranias. ?Este perro es su cultura, su religión, su maldita dedidad!
Y justo detrás de ella... como una sombra elegante, apareció Edward.
Perfecto.
Inmaculado.
Vestido con su traje negro de solapas perfectas, sin una sola arruga, ni una mota de polvo. Llevando guantes blancos más blancos que la conciencia de un santo virgen y zapatos que relucían como espejos encantados.
Y por supuesto esa postura... esa maldita postura.
Aric parpadeó.
Volvió a hacerlo
— ??Cómo rayos se vistió tan rápido?! ?Ese tipo duerme de pie... dentro de una funda? —balbuceó Aric, con una gota de sudor bajándole por la sien—. ?Acaso... acaso lo viste Dios?
Por un segundo, su confusión superó su miedo.
Por un segundo.
Porque de pronto...
Aric miró al perro. Luego a la chica. Luego a Edward. Luego al perro otra vez.
Y lo comprendió.
Estaba jodido.
Su plan de huida, su escapatoria perfectamente imperfecta... había sido destruida por ese maldito llavero con colmillos.
—?NOOOOOOOO! —gritó para sus adentros, mientras su rostro pasaba por las cinco etapas del duelo y una sexta que consistía en maldecir a perros esponjosos.
??Maldito can peludo, vendepatrias cuadrúpedo! ?Te voy a ahogar en alcohol antiséptico!? ( Si, los perros generalmente odian el olor del alcohol antiséptico. El autor se tomo la molestia de investigarlo)
Miró al Se?or Furfurius.
Ese adorable y letal peluchito infernal. Y Le lanzó una mirada cargada de odio y resentimiento. Un rayo mental que decía: "Tú. Tú arruinaste todo. Eres peor que el sistema."
El perrito giró levemente su cabecita y lo miró con sus ojitos brillantes...
Profundo.
Frío.
Entonces, apenas le gru?o con ligero “grrr”
Eso fue suficiente para que Aric, tragara saliva por tercera vez.
—?Ah! E-es solo que... jeje... vi una... ?Una mosca! Sí, sí, una mosquita horrible, vil, vulgar, que iba a posar sus sucias patas en tu glorioso pelaje celestial, oh ser sublime y lanudo. ?Yo solo quería espantarla! Con... con mi mirada asesina... de amor. Je... je... Así como… fiuuuu ?Mirada asesina de moscas! Je je…
Silencio.
Furfurius pesta?eó, lentamente. Y volvió a sentarse como si nada, lamiéndose una patita con indiferencia.
El Sistema, por supuesto, no se perdió la oportunidad de abrir el hocico virtual y soltar su clásico veneno.
[?JAJAJAJA! ?Mírate! ?Le tienes miedo a una bola de pelos de 20 centímetros!]
—?CáLLATE! ?NO LE TENGO MIEDO! —susurró Aric, mirando a todos lados por si el perro lo oía—. Solo le tengo... un respeto prudente, ?Vale? ?Ese bicho es una manifestación de Cthulhu con mo?ito! Ademas. ?Tengo trauma ocular! ?Tengo PTSD! ?Pom-trauma sobrenatural demoníaco!
[Oh, vamos. Apuesto a que ahora duerme hecho bolita, como si no hubiera intentado devorarte hace un minuto.]
—?POR ESO ES AúN MáS TERRIBLE! ?ES UN FARSANTE! ?UN ACTOR! ?UN MAESTRO DEL ENGA?O! ?ES DIABóLICAMENTE LINDO! ?EL PELUCHE KAWAI DEL INFIERNO!
[Oh, no. Qué horror. Pobre tú. ?Quieres un pa?uelo? ?Un abrazo? ?Una galleta por tus esfuerzos patéticos?]
—?No necesito tu sarcasmo ahora! ?Necesito terapia! ?Y una orden de alejamiento contra esa bola de pelo del mal!
[Aric… es un perro. PE-RRO. ?Quieres que te lo silabee también?]
???ESO NO ES UN PERRO!!? gritó mentalmente, mientras sonreía como un idiota frente a la pelirroja que ahora lo observaba con la cabeza ladeada, curiosa.