La compuerta del puente se abrió con un leve zumbido hidráulico. Rho entró con paso relajado y una sonrisa casi infantil, sosteniendo una tableta de datos.
—Confirmado —anunció—. La se?al es de otro módulo. Esta vez fue más fácil de rastrear. Parece que tener el de navegación activo acelera las cosas.
Lyra, sentada frente al panel de comando, se giró lentamente.
—?Ubicación?
—Ya está trazada. La Xyran ajustó el curso automáticamente. Te juro que esta nave tiene más intuición que algunos capitanes que he conocido.
Rho se desplomó en una silla con una exhalación teatral.
—Bueno, sea lo que sea, ya vamos en camino. Y sin gastar combustible, sin revisar niveles... Esto es el paraíso de los perezosos.
Lyra resopló y conectó su dispositivo personal a uno de los puertos del panel de comunicaciones. Una notificación parpadeó, y su ce?o se frunció.
—Sigo sin recibir el pago por la entrega en Icarion IV.
—?Qué? Pero la hiciste, ?no? —preguntó Rho, girándose hacia ella.
—La completé, sí. Pero el sistema de pagos automáticos no funciona con mi dispositivo —gru?ó—. Desde que fui exiliada, no tengo acceso a cuentas centralizadas. Tengo que ir físicamente a la base administrativa a recoger el pago… como si estuviéramos en el siglo XXII.
—?Y no hemos pasado por ahí porque…?
—Porque apenas completé el encargo —dijo Lyra, cortante—. Y ahora tengo una IA con hambre de módulos, un mecánico hiperactivo y una exespía como polizón. Las prioridades cambiaron.
Rho sonrió, como si eso fuera un cumplido.
—?Ves? Ya hablas como capitana. “Tripulación primero, después los créditos.”
Tali, que hasta ahora se había mantenido en silencio, ladeó la cabeza.
—No pensé que volvería a escuchar eso. No con esa voz.
—?A qué te refieres? —preguntó Lyra, cruzándose de brazos.
—Que suenas… como antes. Antes del exilio.
El silencio se instaló por un momento. Incluso Rho, siempre dispuesto a llenar el aire con palabras, no dijo nada.
La nave emitió un leve zumbido, y las luces del puente parpadearon. La Xyran se preparaba para un salto de largo alcance.
—El trayecto tomará unas horas —dijo Lyra, rompiendo el momento—. Descansen si quieren. Pero estén listos para lo que encontremos del otro lado.
—?Y qué hacemos con la se?orita polizón? —preguntó Rho, se?alando con la cabeza a Tali—. ?Ya se ganó una litera o sigue durmiendo entre los paneles?
—No tengo intención de quedarme si soy una carga —dijo Tali sin emoción—. Pero no pienso irme sin ayudar a enmendar lo que causé.
Lyra la observó por un instante. Asintió apenas.
—Entonces ayuda. No necesito disculpas, necesito resultados.
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—Entendido —respondió Tali con una inclinación leve de cabeza.
Rho se puso de pie, estirándose.
—Bueno, Capitana, Oficial de Sombras… Yo me encargo de los sistemas. Si algo explota, probablemente fui yo.
—Probablemente —respondieron Lyra y Tali al unísono.
Rho rió mientras se alejaba por el pasillo. La puerta se cerró tras él con un suspiro neumático.
Tali se volvió hacia Lyra.
—Gracias… por no dejarme atrás.
—Aún no has demostrado que fue buena idea —respondió Lyra, cortante—. Pero su voz era menos dura que antes.
La nave entró en el salto, y el espacio alrededor del puente se deformó en una danza suave de luces distorsionadas.
La Xyran seguía su curso. Y ahora, con una tripulación un poco más grande, y una historia mucho más complicada.
La nave, la Xyran, avanzaba a través del vacío del espacio, con su interior iluminado por las luces intermitentes del panel de control. Lyra observaba atentamente las lecturas mientras el trayecto avanzaba. Tali estaba en silencio, más centrada en los dispositivos cercanos que en la conversación. Rho, por su parte, hacía ajustes en los sistemas, con una ligera sonrisa en el rostro, como si estuviera disfrutando de la quietud del momento.
De repente, la nave emitió un fuerte pitido, y las luces del puente parpadearon. Un sonido de alerta resonó por todo el sistema.
—??Qué diablos?! —Lyra giró hacia el panel.
—?Impacto inminente! —gritó Rho, apretando los controles con rapidez—. ?Un asteroide se acerca a toda velocidad! ?Es demasiado tarde para maniobrar!
Lyra no tuvo tiempo de reaccionar. Los sistemas de la Xyran se apagaron por un momento y volvieron a encenderse con un zumbido, mientras la nave comenzaba a desviarse de su curso original. La pantalla frente a ella mostraba una vasta extensión de terreno inhóspito: un planeta completamente desconocido, con un paisaje desolado de roca y polvo.
El asteroide se aproximaba rápidamente.
—?Aguanta! —gritó Lyra, mientras trataba de estabilizar la nave—. ?Rho, prepárate para un aterrizaje forzado!
Rho corrió hacia el panel central, dándole órdenes a la nave mientras ajustaba el sistema de control de vuelo manualmente.
La Xyran sufrió un golpe violento. El asteroide impactó en el lateral de la nave, enviando chispas por todo el puente y causando que la nave temblara violentamente. El cinturón de seguridad de Lyra la aprisionó contra su asiento, pero ella seguía firme, manteniendo el control lo mejor que podía.
—?Estamos perdiendo altura! —exclamó Tali desde su asiento, agarrándose a lo que podía.
Lyra apretó los dientes y empujó la palanca con fuerza. La nave, que ya no podía evitar el impacto, comenzó a caer hacia el planeta desconocido. El suelo parecía acercarse a una velocidad alarmante, pero Lyra no iba a dejar que la Xyran se estrellara sin lucha.
—?Tienes que frenarlo, Rho! ??Hazlo ahora!!
Con una sonrisa nerviosa, Rho presionó una serie de botones y giró una perilla. Los estabilizadores de la nave hicieron un ruido extra?o, pero no parecía suficiente.
Y luego, con un crujido ensordecedor y el sonido de la nave rasgando la atmósfera del planeta, la Xyran tocó tierra de manera violenta. La nave golpeó el suelo, levantando una nube de polvo y escombros a su alrededor, antes de derraparse y detenerse con un fuerte impacto.
Un largo y tenso silencio siguió al aterrizaje forzado. El polvo flotaba en el aire, mientras el sonido del sistema de ventilación era lo único que rompía la quietud.
Lyra soltó un suspiro, quitándose el cinturón de seguridad y mirando a su alrededor. La nave había sobrevivido, pero claramente estaba da?ada. Los paneles de control parpadeaban, y algunos sistemas estaban fuera de línea.
—?Todos bien? —preguntó, mirando a los demás.
Rho se levantó de su asiento, sacudiéndose el polvo de los hombros con una sonrisa nerviosa.
—Por lo visto, la nave no está tan invencible después de todo. Pero sí, estamos bien.
Tali, que había permanecido en silencio, asintió, aunque su rostro no mostraba tanto alivio como el de Rho.
—?Y ahora qué hacemos? —preguntó, mirando por la ventana al planeta extra?o que se extendía ante ellos.
Lyra miró a través de los paneles rotos hacia el horizonte del nuevo planeta. Su voz fue baja, pero firme.
—Ahora… buscamos lo que vinimos a encontrar. No importa lo que haya aquí. Ya no hay vuelta atrás.
La Xyran, a pesar de los da?os, permaneció en pie. Con una tripulación ahora mucho más unida por las circunstancias, todos sabían que la siguiente etapa de su misión apenas comenzaba. Pero el planeta ante ellos les prometía más peligros que respuestas.