El sol ya había salido tras s monta?as que rodeaban Branvar. La nieb matutina se disolvía lentamente, dando paso a un cielo despejado y una brisa fresca que acariciaba s piedras y los campos húmedos de rocío.
En posada Cocina Paz, el bullicio matutino había retomado su ritmo tras el incidente con Ivyr. Los aldeanos charban entre sí mientras el aroma a pan recién horneado y guisos calientes impregnaba el aire.
"Aldrik todavía lo tiene, ?eh?" dijo un hombre con manos callosas mientras mordía un trozo de queso.
—Cro. Si no hubiera sido por él, ese matón se habría salido con suya con Ana… —respondió otro, tomando un sorbo de su taza de leche.
Eresh, sentado en su rincón habitual, terminó su café con calma. Su mirada pteada se posó en ventana, observando calle adoquinada donde vida seguía fluyendo. A pesar de lo sucedido, su expresión permaneció serena, como siempre.
Cuando dejó taza vacía sobre el ptillo, se levantó suavemente, cogió su paraguas y se acercó a Ana, que estaba limpiando diligentemente una de s mesas.
"Ana", lmó suavemente.
La joven levantó vista; sus ojos azul cielo se iluminaron al verlo. Aunque su rostro aún mostraba un ligero rastro de incomodidad por lo sucedido, sonrió con sinceridad.
"Sí, ?Eresh?"
"Espero que lo que pasó no te haya afectado demasiado."
Ana meneó cabeza con una peque?a risa.
No te preocupes... Estoy bien. Además, Aldrik me salvó antes de que pasara nada grave. Estaba más preocupado por romper copa.
Eresh sonrió levemente.
"Las tazas se pueden reempzar. Tú no."
Ana se sonrojó levemente, pero asintió agradecida. Tras intercambiar algunas pabras más, Eresh se despidió y salió de posada.
—
Era media tarde y s calles ya estaban llenas de vida. Los agricultores llevaban cestas de herramientas, s mujeres charban cerca del mercado donde intercambiaban frutas, tes y utensilios. Los ni?os seguían jugando, y sus risas se elevaban como campanils en brisa fresca.
Eresh caminó lentamente hacia s afueras del pueblo, hasta una peque?a casa con techo inclinado donde vivía Sra. Wyn, herboria del pueblo. Frente a su puerta, Ana y otras dos jóvenes estaban reunidas preparando unas cestas.
—Ah, Eresh —saludó Wyn, una mujer encorvada de cabello bnco y mirada penetrante—. Es raro verte por aquí a estas horas.
"Quería desearle suerte a Ana en su examen."
Ana miró hacia arriba y sonrió ampliamente.
Gracias, Eresh. Nos dirigimos al bosque a recolectar hierbas para prueba. Hoy tengo que identificar y recolectar diez especies diferentes.
"Con tu habilidad, no tengo dudas de que tendrás éxito", respondió Eresh con un leve asentimiento.
"Yo también lo creo", a?adió Wyn. "Esta chica tiene buen ojo... Y si todo va bien, pronto podrá empezar a atender peque?as consultas en el pueblo".
Las jóvenes se despidieron y emprendieron el camino hacia el bosque. Eresh s observó partir en silencio, siguiéndos con mirada atenta, como quien vigi sin inmiscuirse.
—
De regreso al centro del pueblo, se encontró con Aldrik. El hombre canoso estaba sentado en un banco, talndo un trozo de madera con un cuchillo peque?o. Al ver a Eresh, asintió con cabeza y esbozó una media sonrisa.
"Eresh."
"Aldrik."
Hubo un momento de cómodo silencio antes de que el hombre mayor habra.
No creo que ese tal Ivyr regrese... Pero por si acaso, los chicos y yo haremos una patrul cerca de los caminos esta tarde. No hace da?o.
Eresh asintió lentamente.
"Buena idea. Que Branvar permanezca en paz."
Aldrik dejó escapar una risita baja.
Ese es siempre el objetivo. Es lo que todos queremos.
Eresh notó que Aldrik lo miraba con curiosidad y comprobó si había algo mal.
"?Qué pasa? ?Tengo algo encima?"
—Tú... Siempre llevas ese traje elegante. ?No hace calor? Sobre todo con esta temporada de calor.
Eresh miró su traje: cosas como el calor o el frío no eran algo que lo afectara, aunque era hermoso experimentarlos.
—No realmente. Me visto así más por mi hermana. Le gustaba verme así.
Los ojos de Aldrik se abrieron, sorprendido por s pabras de Eresh.
"?Tienes una hermana? ?Menuda noticia! Ja. ?Es tan calda y solitaria como tú?", preguntó Aldrik riendo.
Eresh sonrió ante broma y negó con cabeza.
"El es… lo opuesto a mí. Excéntrica, aguda y bondadosa."
"Eso es definitivamente lo opuesto a ti... ?JA!"
Después de charr un rato más, Eresh se despidió de Aldrik y continuó deambundo por el pueblo, como solía hacerlo.
—
La tarde transcurrió sin incidentes. Eresh pasó unas horas ayudando a reparar una cerca caída junto a algunos aldeanos, y más tarde, como había prometido, jugó con Ly, Damian y otros ni?os en peque?a pza del pueblo. Las risas volvieron a inundar el ambiente.
Al caer noche, s cálidas luces de s casas comenzaron a brilr. Las chimeneas humeaban y el aroma de sopas y guisos se extendió de nuevo.
Desde su casa, cerca de s afueras, Eresh observaba aldea suavemente iluminada; paz aún reinaba en Branvar. Los ni?os corrían entre los adultos que asaban comida en el centro.
Todo estaba tan tranquilo; sin embargo, en lo profundo de su mirada pteada, un leve destello distante cruzó sus ojos, como si un pensamiento aún no completamente formado hubiera pasado fugazmente por su mente.
Pero esa noche, como todas s anteriores, Branvar durmió tranquimente.